En mi niñez de absortas miradas,
fuiste un gigante azul de sangre salada.
De joven, cómplice en mis juegos
con ciudades en tu vientre perdidas,
fuiste barco, parche, garfio y espada.
Hoy, ya un hombre,
en tus aguas me contemplo,
calidoscopio de sensaciones
que despierta indómitas pasiones:
quietud, tempestad, abismo,
bravura, oscuridad, misterio.
Lo inconmensurable incita,
me libera a tus confines.
Eres de la humanidad el reflejo,
del cielo solo espejo,
e interior de quien te mira.